Nancy Marchán
ESPECIALISTA EN COACHING INTERNACIONAL. ÁREA DE ESTUDIOS: PSICOLOGÍA Y CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO.
Lunes 4 de agosto de 2025
Cuidar a otros requiere vocación y entrega, pero también puede generar desgaste emocional profundo. Reconocer el cansancio, validar lo que sentimos y pedir apoyo no es un lujo, sino una necesidad. Proteger tu bienestar emocional es clave para seguir ayudando sin perderte en el camino.
¿Por qué es importante hablar del bienestar emocional en profesionales de la salud?
El trabajo de quienes cuidan la salud de otros suele estar acompañado de una gran carga emocional. Turnos extensos, alta presión, exigencias físicas y contacto frecuente con el sufrimiento pueden generar estrés, ansiedad, tristeza o frustración. Reconocer estas emociones no es una debilidad, sino un paso clave para mantenerse bien.
Un tipo particular de desgaste en estos contextos es la fatiga por compasión. Se trata del costo emocional de cuidar a otros que sufren, cuando no hay espacio para procesar lo que se vive. Este agotamiento emocional ocurre incluso con vocación, y afecta profundamente la dimensión afectiva del vínculo terapéutico.
Señales de alerta: ¿cómo saber si estás al límite?
Es común sentir cansancio extremo, irritabilidad, alteraciones del sueño o una sensación de impotencia ante ciertas situaciones. Aunque frecuentes, estos síntomas indican que algo necesita atención. Forzar cuerpo y emociones aumenta el riesgo de agotamiento y afecta tu calidad de vida.
Síntomas asociados a la fatiga por compasión:
- Dificultad para conectar emocionalmente con los pacientes (desgaste empático)
- Llanto fácil, tristeza crónica, hipersensibilidad
- Intrusiones mentales: soñar o rumiar sobre casos dolorosos
- Irritabilidad, ansiedad o sensación de impotencia ante el sufrimiento
- Cambios en el vínculo terapéutico: el cuidado deja de sentirse auténtico
Comienza ya.
Cuando tú estás bien, tus usuarios también lo sienten. Da el primer paso.
Cuida de tu salud mental con OpciónYOEstrategias para cuidar tu bienestar emocional
- Reconocer lo que sientes: Identificar emociones como tristeza, frustración o ansiedad es el primer paso para gestionarlas con mayor claridad.
- Ser compasivo contigo: Recuerda que también eres humano. Tu salud y tu equilibrio emocional son parte de tu ejercicio profesional.
- Buscar apoyo: Hablar con colegas, familiares o profesionales de la salud mental puede ayudarte a no cargar en soledad con lo que te afecta.
- Descansar de forma consciente: Organizar los turnos, respetar las pausas y priorizar el descanso evita el desgaste acumulativo.
- Fortalecer tus redes: Mantener vínculos de apoyo, incluso digitales, amortigua el impacto emocional del día a día.
- Pausas estructuradas: Incorporar tiempos breves, pero frecuentes para procesar emocionalmente lo vivido. Agendarlas ayuda a hacerlas sostenibles.
- Supervisión emocional: Contar con espacios de supervisión profesional también protege el vínculo terapéutico y tu salud emocional.
Cuidarte también es cuidar a otros
Proteger tu bienestar emocional no solo te hace sentir mejor: también mejora la calidad del vínculo con quienes acompañas. Cuidarte no te aleja de tu vocación, te permite sostenerla con humanidad, claridad y presencia.
Conclusión
Cuidar de otros exige energía, empatía y fortaleza, pero no debería implicar sacrificarte. Reconocer lo que sentís, pedir apoyo y cultivar hábitos de autocuidado es la base para seguir ayudando con integridad y equilibrio.
Mereces sentirte bien mientras haces el bien. Cuidarte también es parte de tu labor.