Martes 29 de diciembre de 2020
Es muy duro ver a un miembro de nuestra familia cuando se descompensa emocionalmente ante una situación de mucho estrés, por circunstancias inesperadas o como consecuencia de sus propios actos y se desencadena una crisis. Las crisis emocionales pueden estallar de un momento a otro y lo principal es apoyar a nuestro ser querido para que pueda retomar las riendas de su vida.
¿Qué significa estar en una crisis emocional?
Las crisis son estados temporales de desorganización en las que nos sentimos incapaces de afrontar nuestros problemas porque se han agotado nuestros recursos y la angustia rebasa la capacidad de tomar claras decisiones.
Una crisis emocional, quiebre emocional o breakdown, ocurre cuando una persona enfrenta una situación en la que se siente amenaza o en peligro y todo esto se manifiesta en reacciones físicas, emociones y pensamientos incontrolables que nos impiden actuar con racionalidad.
Muchas veces la persona en crisis cae en estado de impotencia y parálisis, o bien puede sobre reaccionar de forma infantil y agresiva, oscilar emocionalmente entre la frustración y la euforia, y es difícil saber qué es lo mejor que podemos hacer para tranquilizarla y ayudarla. Aquí es importante recordar que cada persona reacciona de acuerdo a su propia subjetividad y percepción de la realidad.
Algunos familiares se desconciertan y lo primero que sienten es miedo. Otros lo minimizan o niegan la relevancia de la situación y recomiendan no dejarse manipular. Lo cierto es que si no se atiende adecuadamente a la persona en crisis, la angustia y los comportamientos exacerbados pueden escalar y llegar a ser peligrosos, e incluso puede desarrollar trastornos emocionales o sumirse en la ansiedad o la depresión. Lo ideal es acudir al apoyo de un profesional de la salud mental con experiencia.
En internet pueden encontrarse muchos artículos sobre Intervención en Crisis o sobre Primeros Auxilios Psicológicos, estos muestran un breve resumen y puedes seguir paso a paso las recomendaciones. Sin embargo, cada persona es particular y cada situación es única, por eso siempre lo más recomendable es contar con ayuda de un profesional de la salud.
Es crucial identificar el tipo de crisis emocional que nuestro familiar está atravesando, qué la está causando, si es por un estímulo circunstancial o si hay algo subyacente mucho más complejo, y esta identificación y diagnóstico sólo puede llevarlo a cabo un profesional.
Las crisis emocionales no son eternas y no nos determinan, esto es lo primero que debemos ayudar a entender a nuestro familiar, que no está solo y tiene el apoyo familiar para salir victorioso de dicha crisis.
Somos más que nuestras emociones desbocadas, sí podemos retomar el control y proyectar estas experiencias como un aprendizaje más.
¿Cómo ayuda la terapia para manejar una crisis emocional?
Una crisis emocional debe ser manejada con ayuda profesional a través de la terapia. Es importante que nuestro familiar sienta que cuenta con nuestro apoyo incondicional y si es necesario, podemos realizar terapia familiar a su lado.
Una crisis emocional se puede producir cuando la metodología que utilizamos para manejar nuestros conflictos y problemas, no son suficientes y no funcionan. Esto provoca un estado de angustia, insatisfacción, impotencia y angustia que pueden resultar abrumadores.
La terapia es el camino hacia la sanación emocional pero también hay que comprender que no es una solución mágica e instantánea. Me gustaría compartirles este manejo desde mi experiencia.
Desde hace más de 20 años, he tenido la oportunidad de intervenir de dos maneras:
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Apoyando directamente a la persona en crisis cuando reconoce que necesita ayuda urgente (y no se encuentra bajo el efecto de ninguna sustancia).
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Brindando orientación a los familiares que están dispuestos a colaborar.
La prioridad al momento de ayudar a la persona en crisis debe ser: disminuir los riesgos de daño físico, psicológico y emocional; así como establecer una estrategia para que el afrontamiento sea más efectivo.
Como terapeuta he aprendido que mi principal rol es validar, contener y estructurar, para restablecer el equilibrio, siempre desde una postura empática pero también firme.
¿Cómo hago todo esto?
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Tengo en mente que la persona en crisis se encuentra en un estado sumamente vulnerable, donde es muy probable que su capacidad de atención, concentración y afrontamiento sea muy precaria. Entonces tendré que estar muy atenta para encontrar la manera de compensar esas funciones, y a su vez buscar el sentido de lo que está viviendo esa persona en relación con su historia.
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Valido y legitimo sus emociones. Le animo a expresar lo que siente y lo que piensa, escucho pausadamente sin juzgar ni minimizar la causa de su reacción. Este es un momento muy importante, porque es cuando la persona en crisis empieza a confiar en mí, se da cuenta que mi interés en ayudar es genuino.
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Registro con la mayor sensibilidad posible lo que le ocurre al paciente y esto que percibo se lo expreso verbalmente; es decir, si me doy cuenta de que a la persona le está pasando algo más de lo que me dice, se lo comento para corroborarlo. La mayoría de las veces mi interpretación es acertada y esto fortalece la comunicación en ese momento.
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Partiendo del punto anterior comienza a darse la contención emocional. Aquí es donde debo asegurarme de que la persona ante la que me encuentro empieza a tranquilizarse y a recuperar el equilibrio que le permitirá escuchar las posibles alternativas para solucionar (o afrontar) la situación que detonó la crisis.
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Al tener mayor información del estado actual del paciente (juicio de realidad, estado emocional, orientación en tiempo y espacio, habilidades cognitivas, características de personalidad), mejor conocimiento de contexto y antecedentes, entonces puedo empezar a vislumbrar un plan bien estructurado.
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En la siguiente fase de la intervención (para cerrar la primera sesión), intento involucrar a la familia, o al menos uno de sus miembros. Se evalúa la posibilidad de darle continuidad a la contención en casa. Allí les propongo un plan de horarios (sueño, alimentación, medicación y otras actividades), con el fin de crear un ambiente predecible y ordenado.
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En las sesiones subsiguientes (otras 4 o 5) se continúa dando el espacio terapéutico y confidencial para seguir validando la expresión emocional, ir integrando y elaborando la experiencia, así como reforzando herramientas para la toma de decisiones y adaptación post-crisis. Es importante monitorear que se haya restablecido el equilibrio en la dinámica.
¿Qué suelo recomendarles a los familiares?
Si bien es cierto que la persona en crisis amerita atención urgente, a veces no está en óptimas condiciones para recibir una intervención psicológica (y a veces se le da prioridad a la contención química, es decir, tratamiento farmacológico). En estos casos, la mayoría de las veces es un familiar quien solicita la ayuda.
Has leído hasta aquí por alguna importante razón, y te pido que llegues hasta el final.
Por lo general cuando un familiar está dispuesto a colaborar es muy asertivo al momento de compartir información, dar su punto de vista acerca de lo que detonó la crisis y quiere escuchar atentamente las recomendaciones profesionales. Yo suelo explicar primero en qué consistirá la intervención y luego pido (o te pido) que sea mi aliado en lo siguiente:
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Validar y legitimar la expresión emocional.
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No juzgar.
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Evitar compararle con otros miembros de la familia o situaciones anteriores.
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Mostrar comprensión y empatía, cada persona reacciona e interpreta su realidad de manera subjetiva.
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Comprender que la persona en crisis se siente muy vulnerable y con miedo al rechazo. Por esto es muy importante tu aceptación.
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Tener paciencia para respetar los tiempos de recuperación del equilibrio de quien sufre la crisis.
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Confiar en la experticia del profesional que está a cargo de la Intervención.
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Apoyar en el plan estructurado para la contención en casa.
No siempre será suficiente una intervención en crisis para potenciar un cambio más estable en las personas y se recomienda posteriormente una psicoterapia de más largo plazo para así fomentar en el paciente una mayor comprensión de sí mismo y generar cambios más duraderos y profundos.
Si tienes un familiar en crisis y quieres ayudarle, serás parte importante en su recuperación y siempre te estará agradecido. Las personas con una red de apoyo emocional y profesional, tienen mejor pronóstico y suelen superar esta etapa tan dura con muchos aprendizajes.
Todos tenemos conflictos emociones y es crucial trabajarlos para evitar que se transformen en problemas mucho más graves, como por ejemplo, un trastorno de ansiedad.
Siempre podemos empezar a sanar, recuperar el control de nuestra vida y ser nuestra mejor versión. Si quieres ayudar a un familiar que atraviesa una crisis emocional, debes recordarle que el primer paso para sanar es querer hacerlo.