¿Qué me ayuda a vivir mejor?

Mariana Devita

Psicología

Todos queremos tener una vida feliz y satisfactoria pero a veces los conflictos de la vida nos abruman, nos confunden, e incluso olvidamos lo que realmente significa ser feliz. Todos necesitamos ayuda alguna vez, contar con apoyo profesional y personalizado, para no perder el rumbo y poner en práctica todo aquello que nos ayuda a vivir mejor.

¿Qué significa vivir mejor?

Enfocar la vida en pos del propio desarrollo personal es uno de los contenidos vitales más  altamente gratificantes y que implica una serie de aprendizajes, los cuales abarcan:

  • Aprender  a vivir consigo mismo.

  • Aprender a convivir y comunicarse con otros.

  • Aprender a afrontar la vida  desde el pensar, valorar y crear. 

En la actualidad muchas son las consultas que se asocian al sufrimiento que provocan la  baja autoestima, la falta de objetivos personales y las dificultades en adoptar posturas  personales de respeto propio. Todo ello desemboca en la construcción de vidas carentes de  sentido con mermas importantes en el logro del bienestar.  

El desarrollo humano no es algo estático e inerte, sino que implica a la persona haciendo  algo y relacionándose con las cosas del mundo, en pos de su crecimiento, tendiendo a la  expansión, a la creatividad y trascendencia. Cuando este impulso vital se ve perturbado, nos  encontramos con síntomas como: tristeza, abulia, desasosiego, ansiedad, llanto recurrente,  tendencia al diálogo interno (ensimismamiento), apatía, desinterés del cuidado de la salud, de  la apariencia personal, aumento o pérdida del peso corporal, búsqueda constante de la  aprobación de los otros, mermas significativa de la autoestima, conflictos de relación,  dificultades importantes en la obtención de placer y disfrute personal.  

Constituye un factor relevante, el efecto provocado por la pandemia en todas las historias  de vida, habiéndose vistas en su gran mayoría, dañadas por la pérdida de un trabajo, por la  pérdida de un ser querido, por la soledad generada a raíz del confinamiento, el deterioro de los  vínculos sociales, la falta de proyección generada por la incertidumbre, etc.  

Sin embargo el problema de carecer de parámetros claros de vida y la renuncia de los  objetivos personales, son temáticas que vienen de larga data y que constituyen algunos de los  factores que más dolor acarrean. Muchas veces y como consecuencia de estas carencias  personales, las personas comienzan una experiencia de búsqueda de aprobación externa,  requiriendo de los demás la afectividad que no se han proporcionado previamente a sí mismos.  Esto se convierte en algo inacabado y altamente frustrante, dado que del entorno, cercano o  no, no siempre se recibe la aprobación de nuestras acciones. Esto se agrava aún más, dado que  esta necesidad de aprobación externa confirma nuestra valía personal. 

Es bastante recurrente escuchar en consulta frases como: “…¿No sé por qué me importa tanto la opinión de los demás,  incluso más que mi misma opinión?...”, “… a veces creo que dependo de la aprobación de mis  compañeros de trabajo, de mi pareja, de mi jefe, de mis amigos y nunca me alcanza porque no  siempre ellos están de acuerdo conmigo…”, “… Tengo muchos altibajos en el día a día  dependiendo de que los demás me digan que hice las cosas bien o mal…”.

Para entender nuestras emociones y poder modificar las conductas que nos alejan del bienestar, siempre es aconsejable contar con apoyo profesional, ya que nos guiará a través del autoconocimiento, tan necesario para trabajar nuestras emociones, y más aún en los tiempos complejos que hemos experimentado este último año, y así nos brindará las herramientas para vivir mejor.

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¿Cómo nos ayuda la terapia para vivir mejor?

Enfatizar en el hecho de que todo ser humano puede intentar un mejor encuentro consigo  mismo y con la realidad, impulsado por una necesidad de ser en plenitud. En ello ocupa un lugar  central el conocimiento y la estimación que la persona tiene de sí misma: su autoconocimiento  y su autoestima, de gran importancia en la determinación de su conducta.  

La decisión más importante a tomar en el despliegue de la experiencia, radica, entonces, en  la elección del tipo y estilo de vida que preferimos vivir, del objetivo y sentido que queremos  darle a nuestra vida. La persona es un componente activo y participativo en la construcción de  su propia historia. Plasmar una vida con sentidos personales significa, poder intervenir en las  distintas situaciones, experimentando que en la propia libertad, cada uno está convocado a  planear y decidir entre las posibilidades que se le brindan.  

El mejoramiento de la autoestima, la autoconfianza y el autoconcepto son caminos a  transitar y que se logran poniendo atención sobre el conocimiento de uno mismo. En esta  búsqueda, la posibilidad de vislumbrar las fortalezas, recursos y habilidades con las que se  cuenta, es una de las herramientas básicas hacia la obtención de la seguridad personal. La  conquista de ella, posibilita una mayor tolerancia al error y una importante mejora en las  relaciones con el entorno, dado que, la interacción con el afuera deja de estar sobrecargada de  la necesidad de la aprobación constante, respecto de las acciones de cada uno.  

Ahora bien, ¿Qué es la Autoestima? Es la opinión que tenemos de nosotros mismos, una  apreciación subjetiva de nuestra valía. Una autoestima sana permite la Autodependencia lo que  implica poder fijar vínculos de plenitud que enriquecen la vida, teniendo la convicción, que  dentro de lo controlable y lo no controlable, el timón de la experiencia personal, siempre está  en manos propias. Permite una visión más realista y sincera de nosotros mismos, de lo que  podemos modificar y lo que simplemente debemos aceptar. Se encuentra íntimamente  conectada con la felicidad en la vida (Psicología Positiva).  

Del lado opuesto, los síntomas de una baja autoestima se corresponden con conductas de  infravaloración “conductas autofrustrantes” y que implican la comparación constante con otras personas o bien con los logros de los demás. Esto se potencia con las dudas acerca de las propias  posibilidades, lo cual paraliza las acciones, interpretado todo esto como fallas a nivel de la  voluntad. La desconfianza en sí mismo y la pérdida de la valía personal orientan a la persona a  focalizar su mirada sobre los obstáculos, desconfiando del propio criterio y su capacidad de  resolución. Constituye una autoobservación paralizante a partir de creencias limitantes desde  su gestación.  

Los terapeutas nos encontramos a diario con personas carentes de afecto por sí mismas y  que manifiestan una larga lista de insatisfacciones en el plano personal, laboral y social. Un  patrón conductual repetido es “…darles el gusto en todo a los demás…” (Haciendo silencio de  los deseos personales) “… Aun cuando no estoy de acuerdo con ello…” (a pesar de sí mismo).  Otras formas aparecen bajo estigmas como “…la culpa es mía por decir que sí… Debería haber  podido dar mi punto de vista, pero no me siento capaz… Cuando hablo siento que todo el mundo  me está observando críticamente… Me agobia el día a día… Me quedo callada y después lo digo  todo de golpe y me vuelvo muy hiriente… Siento que no valgo… Mi padre me desacredita  constantemente y creo que tiene razón…”. Frases que se corresponden con pensamientos y  sentimientos que forman parte de uno de los motivos de consulta más vigentes.  

Para dichas problemáticas, uno de los objetivos terapéuticos, que a criterio personal, debe  encauzar el proceso, es la confianza en el estilo personal y la postura que se adopta en la  experiencia vital. Para ello es fundamental tratarse con respeto. Vislumbrar y descifrar con  atención los mensajes punitivos que provienen del entorno (de los contextos familiares, de las  consideraciones sociales, de haber padecido regímenes escolares demasiado estrictos, de  pérdida de seres queridos en épocas vitales importantes para la formación de la personalidad,  en situaciones de estrés postraumático, etc.) y/o de uno mismo. 

El poder hacer este análisis  permite salir de las posiciones complementarias, para satisfacer a los demás en busca de  aprobación y de afecto; y así ocupar lugares de mayor simetría con el entorno “… Yo tengo tanto  derecho como los otros a vivir como me gusta, si en realidad no le hago mal a nadie…”, lo que  a su vez genera posiciones personales de mayor crédito “… Cuando pude decirle a mi Padre mi  punto de vista sin importarme si está de acuerdo o no, sentí por primera vez una gran  experiencia de libertad…” “… Cuando puedo decir que NO me siento extremadamente  complacida porque nada malo pasa, me he dado cuenta de que los demás lo aceptan y no por eso  dejan de tener aprecio por mi…” 

Los pacientes que aceptan el compromiso consigo mismos y que desean construir su vida  con la impronta personal, se animan a conocerse “… No hubiera imaginado que era tan hábil en mi trabajo, ahora que me animo a tener mi propio blog, me dan mucha alegría mis  reflexiones…”; a autocompadecerse “… Cuánto tiempo me perdí de mí misma tratando de  complacer a los demás…”; a descubrir sus capacidades y potencialidades “… De adolescente  nunca iba a fiestas porque tenía mucho complejo con mi cuerpo, no sabía bailar ni divertirme  así, pero siempre me gustó, pasa que no me animaba. Ahora que me animo a ir a fiestas, estoy  descubriendo que se me da bastante bien bailar y que soy divertida…”; a equilibrar sus fortalezas “… Soy demasiado empática y me olvido de mí misma, no tiene sentido porque sufro un  montón…” e incluso a reírse de sí mismos “… Te acuerdas Mariana cuando me dabas como tarea  hacerme un regalo y yo me olvidaba, por favor dame esa tarea ahora, te sorprendería la larga  lista que tengo, no me olvidaría ni por esas…” 

La suma de todas estas vivencias en él después de la consulta terapéutica, previa reflexión  de las dificultades, son gradientes que van gestando una mayor seguridad y un apego a la propia  experiencia que redunda en beneficios a nivel de la personalidad, de la salud y del bienestar  general.  

Por último, quisiera hacer hincapié en algunos puntos claves, de fácil detección y que sirvan  de parámetros para la construcción de la valía personal:  

Ten respeto por la persona que eres y como eres. 

Crea tu propio ideal de belleza. 

Sé autocompasivo. Cuando empieces a descalificarte, con mensajes  autodestructivos, piensa si eso que te dices serías capaz de decírselo a otro y  verás cuánto te estás maltratando.  

Clarifica tus objetivos y empieza considerar que tienes tanto derecho como los  demás para ir tras ellos.  

Busca las oportunidades de mejorar y ellas se abrirán ante ti.  

¿Por qué elegir la terapia psicológica?

Recuerda que llevarse bien con uno mismo es una condición indispensable para sentirse  bien, quien convive cada segundo de tu vida contigo eres tú mismo. Haz que te guste la persona  que eres y cómo manejas tus asuntos.  

Acudir a la terapia psicológica abre la posibilidad de resignificar la historia, de revisar los  modelos por los que hemos estado influidos y con los que nos hemos formado, y de comprender integralmente tu ser en su formación. Estos constituyen elementos claves y clarificadores en los  procesos terapéuticos.  

La formación de una alianza profesional sólida terapeuta-paciente, sobre la base de la  confianza, el respeto y agradecimiento mutuo, son parte esencial y necesaria, para el logro de  la cura de los malestares. El desempeño profesional, que colabora con el paciente para que  pueda alinearse en sus tres componentes fundamentales “pensar, sentir y actuar” es una tarea  noble, profunda, enriquecedora y muchas veces, el punto de partida para la construcción sincera  y honesta de la unicidad de la experiencia vital.

Juntos podemos construir los puentes necesarios para trabajar las emociones, alcanzar los objetivos propuestos, y vivir mejor.

 

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