Redacción Opción Yo
Miércoles 9 de julio de 2025
Cuando cuidamos a otros, también necesitamos cuidarnos. La maternidad no puede sostenerse desde el desgaste constante. Si descuidamos nuestras emociones y necesidades, es difícil acompañar con presencia y amor. Cuidarse no es egoísmo: es parte esencial del compromiso de criar con equilibrio y bienestar.
¿Estoy priorizando la maternidad y olvidándome de mí?
La maternidad puede ser una experiencia profundamente significativa, pero no debe basarse en el sacrificio constante. Si cada día dejamos de lado nuestros deseos, intereses y bienestar, comenzamos a vivir en piloto automático. Y tener momentos de “escapatoria” ocasionales no es suficiente si la rutina continúa drenando nuestra energía.
El autocuidado no son momentos aislados: se trata de transformar la rutina que nos desgasta. Si atenderte a ti misma parece una interrupción, tal vez sea momento de revisar el lugar que estás ocupando en tu propia vida. Con apoyo profesional, es posible reencontrarse, reorganizar prioridades y recuperar el equilibrio sin dejar de maternar con amor y presencia.
¿Cómo puedo empezar a cuidarme sin culpa?
Muchas veces damos más de lo que tenemos. Posponemos nuestras necesidades básicas, nos exigimos estar bien todo el tiempo, y aunque esto refleja el amor que sentimos, también puede enseñarnos a ignorarnos.
El autocuidado es una práctica diaria que se construye con acciones pequeñas pero poderosas:
- Reconecta con lo que te genera bienestar. Retomar una actividad que disfrutes, descubrir nuevas pasiones o simplemente descansar puede ayudarte a volver a ti.
- Busca apoyo. En la medida de lo posible, apóyate en tu red cercana. Pedir ayuda no te hace menos madre, es un acto de consciencia y autocuidado.
- Activa tu cuerpo. Caminar, estirarte, bailar o simplemente respirar con calma ayuda a recuperar energía y cuidar tu mente.
- Permítete sentir. La maternidad está llena de emociones intensas. Si sientes que algo te sobrepasa, hablarlo con una persona profesional puede ayudarte a aliviar esa carga emocional.
Cuando tú estás bien, todo mejora
Tienes más paciencia, más energía y mayor claridad para acompañar a tus hijos. Y lo más importante: les das un ejemplo valioso. Les enseñas que cuidarse también es un acto de amor y que está bien priorizarse sin dejar de amar.
Conclusión
Estás haciendo mucho cada día, y eso merece reconocimiento. Pero no te olvides de ti. Cuidarte también es parte de cuidar. Cuando te das ese espacio, no solo mejoras tú: también transmites a tus hijos que el bienestar es una prioridad.
Con acompañamiento profesional, decisiones conscientes y amor, puedes reconectarte contigo misma y hacer de la maternidad una experiencia más plena, humana y real.