Los pilares de una relación feliz: Cómo fortalecer el amor en San Valentín y siempre

Redacción Opción Yo

Construir una relación satisfactoria no es cuestión de suerte, sino de autoconocimiento y responsabilidad afectiva. Comprender cómo nuestras experiencias pasadas influyen en la elección de pareja y en la dinámica de la relación nos permite identificar patrones, desarrollar herramientas emocionales y fortalecer la comunicación. La terapia psicológica es una gran aliada en este proceso.

¿Cómo influyen nuestras experiencias pasadas en la elección de pareja?

El primer paso es cuestionar la propia historia de vida y la manera en que hemos aprendido a amar. No se trata de juzgar o rechazar, sino de observar cómo estos aprendizajes impactan nuestras relaciones actuales. Para ello, es útil preguntarse:

  • ¿Qué me gusta de la forma en que amo?
  • ¿Qué aspectos me causan malestar o incomodidad?
  • ¿Necesito establecer nuevos límites o explorar nuevas formas de expresar lo que siento?
  • Si tengo pareja, ¿puedo aceptar que su manera de amar sea distinta a la mía?

Cuestionar no significa invalidar nuestra historia, sino aprender a diferenciar lo que nos pertenece de aquello que repetimos sin darnos cuenta. La clave está en asumir la responsabilidad afectiva, separando lo que depende de nosotros, lo que es un asunto mutuo y lo que corresponde exclusivamente al otro.

Responsabilizarse no significa encontrar respuestas absolutas, sino tomar decisiones más conscientes que favorezcan el bienestar propio y el de la relación.

El espacio terapéutico permite hacer este trabajo de forma guiada y segura. No se trata de decidir si quedarse o irse de una relación, ni de encontrar soluciones rápidas, sino de fortalecer el autoconocimiento y aprender a vincularse de manera más auténtica y equilibrada.

Estar en pareja implica deconstruir nuestras creencias sobre el amor, observar nuestras expectativas y reflexionar sobre lo que realmente queremos. A través de este proceso, es posible construir relaciones más satisfactorias, donde el crecimiento personal y compartido sea la base del vínculo.

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¿Cómo construir una relación de pareja satisfactoria?

Las etiquetas negativas que la consultante le había dado al comportamiento de su madre, le imposibilitaba establecer y disfrutar el compromiso emocional que deseaba al emprender relaciones sentimentales. La razón, detrás de lo que ella veía y denominaba como sumisión y pérdida de identidad también había implícito amor, amor que su madre demostraba replicando modelos familiares y roles de género en los que había sido forjada y que no se había permitido cuestionar o cambiar. 

Al hacerlo visible, la consultante tuvo la responsabilidad de aceptarlos o rechazarlos pero sobretodo de transformarlos, de resignificar partes de sí misma que también la conformaban, por ende, tuvo la oportunidad de establecer límites, ser empática pero no llegar a la sumisión; escuchar y atender pero sin negar sus prioridades; ser amorosa y paciente pero no sólo con los demás, sino consigo misma; priorizar el equilibrio pero entender que a veces éste también se pierde y que contaba con las herramientas para restablecerlo. 

Por lo anterior, el cuestionamiento hacia la propia historia de vida siempre es el primer acercamiento para un autoconocimiento que favorezca el establecer vínculos más reales y satisfactorios. Para ello, no es necesario estar en una relación o solo traer del pasado aquellas relaciones que se consideraron como un fracaso. Basta con percibir que en todas las relaciones ha existido un espejo que deja ver la luz y la sombra que existe en cada uno, que el resultado de todo vínculo es la suma de una responsabilidad afectiva propia y compartida.  

Cuestionar no es sinónimo de juzgar o rechazar, implica respeto por lo vivido y apertura al cambio. Es observar de frente la forma en que aprendimos a amar y a ser amados, y vislumbrar su funcionalidad o no en el presente; es preguntarse desde lo más simple ¿qué me gusta de la forma en que amo? ¿qué no me gusta? ¿qué me hace daño o me causa incomodidad? ¿me gustaría establecer límites nuevos o permitirme explorar nuevas formas de expresar lo que siento?; si se tiene pareja ¿puedo lidiar con el hecho de que su forma de amar sea distinta a la mía?. La clave es entender que no existen respuestas absolutas, buenas o malas, pero que cada una puede empezar a abrir un camino distinto para resignificar todo eso que ya se daba por sentado.  

El segundo aspecto a considerar es responsabilizarse de esas respuestas o dudas que aparezcan, separar lo que nos corresponde de aquello que repetimos y nos causa malestar, para así poder sostenernos en el plano individual y, consecuentemente, en pareja. Discernir cuando es un asunto propio, un asunto mutuo o algo exclusivo del otro, y entonces tomar decisiones y acciones hacia el bienestar personal y de la pareja.  

Responsabilizarse implica que no existirán decisiones o actos correctos, que se asumirán las consecuencias que causen felicidad o tristeza, que aún al existir problemas, finalizar o fortalecerse una pareja, cada integrante siempre podrá elegirse a sí mismo, reinventarse y reconocer o construir aquella forma de vincularse que lo lleve en la dirección de un proceso hacia el desarrollo y bienestar personal.  

Cabe recalcar que para estar en una relación, hay que deconstruir los propios conceptos de amar, para ser y estar en pareja no necesariamente se tiene que excavar en el pasado, basta con dar lugar a esas quejas o expectativas constantes, propias o que resuenan del exterior, como motivo de reflexión para poder aceptarlas o rechazarlas. Es entender que el re-conocerte da espacio a separar lo que no te pertenece, donde acaba tu responsabilidad y empieza la de la otra persona para efectuar actos al respecto que decantan en una relación de pareja más satisfactoria.  

En ese sentido, el espacio que brinda una terapia psicológica da paso al cuestionamiento y análisis junto con un profesional; de tener una motivación personal, abre nuevas posibilidades que nunca estarán dirigidas hacia irse o quedarse en una relación, perdonar o no, más bien, da lugar a que la persona se sienta segura al dudar, acompañada al redescubrir y elegir su postura frente al mundo. 

Existen diversas formas de transitar ese camino, la terapia es una de ellas; ahí estás como un individuo que se mira a sí mismo, siendo vulnerable pero con la fuerza que se requiere para re-encontrarse.  

Trabajar y fortalecer el autoconocimiento es la pieza clave, difícilmente las respuestas están localizadas afuera, la mayoría de las veces, pese al temor que pueda ocasionar, el verdadero inicio de una relación satisfactoria se encuentra en lo que ha forjado a cada persona. 

Finalmente, lo satisfactorio no radica en la ausencia de dificultades, en el tiempo de duración o el final que tenga, sino en el crecimiento y construcción individual y en conjunto.

Y ese crecimiento y construcción muchas veces encuentra el lugar óptimo de crecimiento en el entorno terapéutico, apoyado por profesionales que sabrán guiarlo y sostenerlo.

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