Miércoles 23 de junio de 2021
Las inhibiciones de cada persona están relacionadas con aspectos de su personalidad, experiencias y sistema de creencias. Usualmente en la clínica, solemos encontrarnos con posiciones inhibidas en la vida, con detenimientos ante ciertas situaciones que conllevan mucho padecimiento y dan la sensación de estar paralizado en la vida. ¿Qué puede hacer la terapia para ayudar?
¿En qué consisten las inhibiciones?
Las inhibiciones son situaciones que se presentan como problemáticas ante determinados momentos que pueden considerarse como hitos, por ejemplo dar un examen, asumir cierto compromiso, tomar un nuevo rol en el trabajo, lo que termina sucediendo es que se presenta la imposibilidad, ligada angustia y padecimiento ante la imposibilidad de hacerlo.
Este síntoma llamado inhibición, se presenta como un detenimiento y bajo el discurso de un “no puedo hacer tal cosa” o “no puedo avanzar en la vida”, “no puedo concluir mis estudios” etc., las formas que toma a veces varían según la época pero generalmente el padecimiento es un autorreproche ante la impotencia, leída a veces como fracaso.
Surgen comparaciones que le sirven a los sujetos para distraerse de la problemática fundamental que es preguntarse ¿Por qué están detenidos? ¿De dónde surge este detenimiento, esta inhibición? Así si el problema continúa sin ser abordado,lo que se pierde además de la energía, es tiempo, años donde el sujeto se encuentra parado en el mismo lugar nada más que cada vez más detenido, más petrificado, más estancado.
Muchas veces, cuando se habla de terapia, se puede pensar que es un espacio destinado sólo para malestares emocionales más complejos como la ansiedad o la depresión, pero la realidad es que es un espacio para trabajar todas las emociones, y siempre se puede accionar para y poder actuar en consecuencia, creciendo, evolucionando, siempre de la mano con un especialista.
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Lo que más ha ayudado a mis pacientes es indagar y cuestionar ese detenimiento que ahora funciona como obstáculo, preguntarnos a qué fin sirve, para que el sujeto sostiene esa posición, y leer si es una elección consciente o inconsciente, si está ligado alguna idea de menoscabo de sí mismo, de no merecimiento, si no es una fantasía de fatalismo que el sujeto sostiene como una versión que lo condena a sufrir.
En mi experiencia personal me he encontrado varias veces a nivel clínico con este síntoma de la inhibición, sentirse detenido es algo que puede hacer síntoma fácilmente para una persona en este momento histórico, donde estamos empujados constantemente a un avance a veces sin saber hacia dónde.
Cuando esto es efectivamente padecimiento, se puede generar impotencia y angustia ante la misma situación. Un paciente hombre de 30 años se encontró en tratamiento conmigo por este mismo tema, no podía conseguir un mejor empleo y detestaba su situación habitacional ya que vivía en la casa de sus padres, pero todo su destino se le jugaba en graduarse de la carrera que estudiaba, salvo por el pequeño hecho de que no estaba pudiendo presentarse a ningún examen para avanzar en la carrera. Los exámenes se le volvían montañas inabordables, tras esa idea lo que se encontraba era una profunda culpa por el deseo de abandonar la casa de los padres y un afianzamiento en la misma al involucrarse cada vez más en la vida de ellos y postergar su propia historia personal.
El tratamiento lo invitó a preguntarse a qué fin obedecía su posición, ¿Qué se satisfacía ahí? Y también poder indagar que esa posición lo mantenía en una situación que él creía segura, ya que en la casa de los padres obtenía cierta seguridad personal, cuestión tal que perdería viviendo solo. Perdería obviamente pero ganaría su emancipación personal. Durante el tratamiento pudo presentarse a los exámenes y avanzar con la carrera lo que no solo le habilitó poder irse de la casa de los padres sino presentarse de otro modo ante las mujeres que él deseaba y ante las que se juzgaba sin nada que ofrecer antes de iniciar el tratamiento.
Este Paciente se encuentra actualmente en tratamiento pero por otras problemáticas pero resolvió el motivo de consulta inicial, ya no es un problema hacer cosas en el mundo o avanzar, sino ahora elegir, ya que finalmente su cuestión se centraba en elegir y hacerse cargo de las elecciones que toma en la vida.
Cada persona es un mundo y las manifestaciones emocionales pueden llegar a ser muy particulares, pero en aras de cuidar nuestro bienestar y el de aquellos que nos rodean, podemos identificar algunos síntomas frecuentes de inhibición. Estos signos pueden ser:
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Depresión.
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Ansiedad.
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Distimia.
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Personalidad retraída, callada, solitaria.
Atender nuestras inhibiciones es importante para conocernos a profundidad pero muchas veces no tomamos en cuenta todos los problemas que pueden provocar estas inhibiciones en una persona, como por ejemplo:
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Dificultad para relacionarse.
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Incapacidad para expresarse y dar su opinión.
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Problemas para disfrutar de sus relaciones de manera auténtica.
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Imposibilidad de defender sus necesidades y sus derechos.
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No poder establecer límites.
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Posibilidad de padecer trastornos del sueño y de la alimentación.
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Puede desarrollarse en padecimientos emocionales más complejos como ansiedad, estrés o depresión.
Una persona inhibida puede sufrir mucho ya que constantemente se ve acosada por inseguridades, por pensamientos recurrentes de cómo actuar, qué hacer, qué decir e incluso qué sentir. Puede resultar totalmente agotador.
En principio en mi experiencia es escuchar, no juzgar ni aconsejar al otro a hacer nada que suponga una dificultad de entrada, ya que ha escuchado eso ya de todos sus amigos y círculo familiar, sino más bien preguntarle, darle lugar a que cuente por qué cree que ahora pasa esa dificultad ese detenimiento. Indagar desde cuándo surge, ante que situaciones y equivocar la versión que tenga el sujeto sobre porque es para él una dificultad eso, acompañarlo a que crea y construya otras versiones posibles.
Este trabajo de alojar a un paciente y acompañarlo a cuestionar el modo en que viene sosteniendo la vida y su pasaje en la misma, es a mi entender el mejor modo de que alguien pueda sostener un cambio beneficioso y duradero, que lo habilite a pensar y tomar otras posiciones en la vida, hacer eso acompañado por un profesional implica la posibilidad no solo de poder moverse en el momento de consulta si no de dejar de padecer innecesariamente de cara al futuro.
La terapia funciona como espacio seguro para tratarse con un especialista y entender las raíces de esas inhibiciones, el daño que han podido provocar, cómo revertirlo y cómo evitarlo en un futuro; si bien es cierto que no tenemos que ocultar nuestras emociones, es crucial que tampoco nos dominen a tal punto que impidan el desempeño de nuestra vida.
En terapia encontrará un espacio seguro para tratar todas sus emociones, desde inhibiciones e inseguridades, miedos, fobias, pánicos, dudas, conflictos familiares, de pareja, de trabajo, e incluso afecciones más profundas como el estrés, la ansiedad y la depresión.
Este espacio de acción junto con un profesional, será la herramienta que te ayudará a liberarte de las inhibiciones, recuperar tu confianza y vivir de forma auténtica.